viernes, 9 de abril de 2010
Escrito permitido
La carne es blanda y aparte todo está ahí accesible, yo no sé por qué la gente hace tanto aparato civil en ese aspecto. Todo es cuestión de supervivencia, es decir, en estos tiempos, dinero. Por supuesto que todos queremos vivir, seguir viviendo, queremos gafas nuevas, las que tenemos no nos gustan, pero hay que esperar a que se acaben las de ahora, y para eso necesitamos vivir más. Aparte también está la curiosidad de si en un momento dado podremos llegar a ser personas respetadas, o si por el contrario, seremos la irrisión del pueblo y viviremos en las alcantarillas. Pero sólo es una cuestión de curiosidad, porque nada puede ir más allá de la muerte. Por mi parte yo quisiera tener una temporada de buen estilo, donde sin problemas pueda fumar un cigarrillo y traer unas gafas circulares, porque los cigarrillos son para usarse en público, siempre he dicho. Con la sonrisa que tengo no tendré problemas. También es esencial que la gente mantenga bien puesta la mirada en el olvido, el olvido es bálsamo para las almas desafortunadas. Entonces, con sólo decir que hay una inmensidad de cosas que jamás serán tocadas en lo que puedas escribir, podrás darte por abarcándolas. Pues con ello el lector podrá dejar a un lado las palabras y concebir todos los detalles del universo de sopetón. El problema son las palabras. La mente siempre puede proyectar imágenes bonitas, pero son muy íntimas. En todo caso, no me importaría demasiado estar en un error, porque nadie sabrá cómo hacerme cambiar de parecer, dado que las palabras son instrumentos, por así decir, limitados. Es frecuente que digamos mentiras sin querer. De ahí empiezan las grandes discordias, de los malentendidos. Es ridícula esta situación en la que tendemos a buscar al sexo opuesto, sólo porque es opuesto y porque huele relativamente bien y tiene un cuero terso, aunque no debemos olvidar lo que todos tenemos debajo de ese cuero. Un montón de sangre y tejidos y cosas repugnantes, lo cual no es nada nuevo, ya que todos hemos pensado en eso, pero vale decirlo de un nuevo modo, aunque tal vez ni siquiera sea tan nuevo. Poder correr todavía escaleras arriba es halagüeño, sobre todo habiendo cimbreo. Sí, es verdad, el primero que se atreve a hacer algo, por más estúpido que sea ese algo, es el que debe llevarse el mérito, los demás somos imitadores, pero yo sigo poniendo en entredicho si hay demás y lo demás. Así que bien podemos copiar cosas que nos sirven en este momento, ante la incapacidad de ser originales, en vista de que los muertos no podrán reclamar derechos de estilo. Por alguna extraña razón el ambiente me sofoca con una culpabilidad irracional, una vibra que proviene de las habitaciones aledañas, una imprecación silenciosa. Todo se debe a que no he cumplido las expectativas de los que frecuentan esas habitaciones, pero eso ya es cuestión exclusiva del destino. Incluso para hacer esto hay que esforzarse, y, para qué, para matar un poco el tiempo con algo incomprensible. Aunque no deja de haber cierta lógica en todo lo que escribimos, cierto sentido. ¿De qué serviría escribir sinsentidos?. Existe un misterioso código, si se quiere algo flexible, en la comunicación oral y escrita; incluso ahí tenemos que ser obedientes si es que queremos decir cosas aparentemente nuevas, si es que queremos comunicar las maravillas que traemos por dentro. Existe una infinidad de momentos que cambiar en una vida, no terminaríamos, momentos que se componen de tiempo, materia y espacio, y eso me hace pensar que tendremos que esperar una infinidad de años para volver a ser los mismos, pero en una infinidad de espacio cualquier cosa puede suceder, incluso una infinidad de cosas idénticas simultáneamente. Conclusión: lo infinito puede ser demasiado fascinante y peligroso, pero debe valer la pena emprender esa empresa sin retorno. Las mentes, simples tejidos grises, cosas perfectamente vulnerables a los pisotones y a los palotazos, intentan esas empresas demasiado ambiciosas. Si lograran algo sería efímero.
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