sábado, 27 de febrero de 2010

Fárrago

Tantos intentos por ser un Pascal, un Proust un Nietzsche; mi sobrino lo logrará y yo seré solamente el que lo intentó y no pudo. Él con todos los libros que ya hay en mi librero; yo tratando de ser sincero. Los libros y yo: me llaman los libros, me dicen ven, chupa mi palabrerío, no más; yo no llamo sabiduría a los libros, son solo cháchara, y ya estoy tan metido en esto, ya me sé los acentos, ya me sé las palabras, ya soy un escritor, pero, mierda, cómo ser famoso, cómo ser un Pascal, un Proust, un Nietzsche. Aprovecho cualquier momento para escribir. He escrito tan ebrio de cerveza que no puedo escribir, he escrito al borde de un desmayo, creo que una vez me dio un infarto, y siempre he estado escribiendo, siempre he dicho la verdad, y todavía no sé si eso será suficiente.
La mejor época de la vida es aquella en la que no hay nada que se tome seriamente. Esa época tiene que presentarse en la infancia, de otra forma uno tendrá que granjearla en otra época, pero ya no tan fácilmente como en la infancia, sino con sangre.
La ironía de la vida es que lo mejor de ella es estar dormido.
Mi mascota es lo que más amo en el mundo. Cuando ella corre o camina yo me siento pleno, pero luego me acude a la mente el pensamiento del día de su muerte y no puedo evitar sentirme triste, porque sé que ese día es inevitable. Entonces caigo en la cuenta de que lo malo de las alegrías es que tienen que terminar, y el simple hecho de que las alegrías tengan que terminar, hace que la vida sea una desgracia.
La vida es algo de lo que podremos estar orgullosos cuando vayamos al cielo. En el cielo podremos preguntar cualquier dato curioso de nuestras vidas y de las de otras personas y nos darán la información exacta. Por ejemplo, supongamos que dos personas compitan constantemente, tácita o explícitamente, por ver quién es el más bebedor, esa duda podrá esclarecerse en el cielo, y también podrán hacer un promedio de litros de alcohol por kilogramo, porque todos sabemos que las personas gordas aguantan más pimple que las flacas, pero eso ya dependerá de a qué estaban jugando los tomadores. También podrán competir, claro que todo en un ambiente fraternal, acerca de quién fue el que tuvo más o menos fe en que irían al cielo, quién se preocupaba más o menos por la vida, quién le tenía más o menos temor a la muerte, entre otras cosas de ese jaez. Después de una intensiva observación de la conducta del ser humano, concluyo que los humanos en sus momentos de lucidez, que no son muchos, parecen locos a los ojos de la mayoría. ¿Quién se pone ropa cuando hace mucho calor? ¿Quién come usando los cubiertos cuando tiene las manos que son más fáciles de usar? ¡Hay que estar loco para andar con traje a 40 grados y comer con cubiertos una pizza! Yo creo que no hay locos, sino personas que hacen la vida más divertida. Las consecuencias de nuestros actos, al igual que la vida misma, son insignificantes, porque no hay manera de evitar que todos nos convirtamos en polvo tarde o temprano, y al lado de eso, las consecuencias de nuestros actos parecen cosas nulas. Sí, yo sé que yo puedo decir esto hoy y mañana estar llorando en una cárcel por haber hecho una idiotez, pero eso no cambia en nada lo que ya he dicho. Tal vez los psicópatas piensen así, que nada importa, que todo da igual, y por lo menos a mí no se me hace algo descabellado. Uno no quiere sentir dolor, es verdad, pero qué importa si uno sufre horrores torturado por un psicópata sádico antes de morir, si de todas formas uno ha de morir y ha de olvidar todo eso para siempre. Y yo no estoy pidiendo con esto que se deroguen todas las leyes, porque en realidad yo también tendría miedo de un loco de esos; pero eso no me impide decir algo que a leguas se ve que es verdad.

miércoles, 24 de febrero de 2010

La voluntad es el asfalto

La vida es un camino ya trazado del que es imposible salirse. Nuestros errores están ahí esperándonos y también las enseñanzas que nos harán sabios. ¿La voluntad? La voluntad es el asfalto, por así decir. En la vida uno siempre toma un camino distinto a los demás, pero siempre llega adonde mismo. Uno toma decisiones para ir formando ese camino sin regreso. Si quieren un consejo, les digo que vean la vida como algo que les fue impuesto y que no se puede cambiar y a lo que hay que resignarse, y que ya pueden sentir la vida sin aferrarse a ella, porque la vida es algo que existe y no existe a la vez: existe puesto que sentimos y pensamos, y no existe porque un día todo se convertirá en polvo y nuestra memoria también. Por eso a veces me dan ganas de quedarme tirado toda la vida y esperar el final, aunque sería lo mismo que salir a conquistar el mundo. Veo a la gente y me da risa, me doy risa yo mismo, con mis preocupaciones, con mis pasiones, cuando no hay razón para excitarse por nada. Creo que todo es igual, creo que hablar bien y hablar mal es lo mismo, no hay ninguna diferencia, es sólo un conjunto de sonidos que hacemos con la boca, y si un día dejo de hablar o empiezo a decir y a hacer cosas sin sentido, no se preocupen, de cierto os digo que estaré haciendo mis obras maestras. De todos los finales, el más triste debe ser aquel del retiro, al que después de muchos sacrificios uno llega para por fin relajarse y descubre que ha desperdiciado sus años briosos acumulando bienes para un final aburrido; en esos últimos días de reflexión el retirado quizás se convenza de que lo mejor en la vida es la aventura, para la cual ya está demasiado viejo y ridículo. Pero con esto no quiero decir que sea mejor una vida llena de aventuras, porque al decir tristeza no quiero decir que ese sentimiento no tenga su encanto, de hecho creo que es uno de los mejores en que uno puede consumir sus días.

martes, 23 de febrero de 2010

3 ideas

Hoy tuve tres ideas y aquí las he desarrollado:
-Cuando uno se convence a sí mismo de que nada podrá satisfacerlo sino lo que uno mismo haga, es cuando surge la necesidad de crear obras de arte magníficas, yo creo. Esto debe llegar cuando uno cae en la cuenta de que sí, en efecto, es posible encontrar placer en las obras de otros, pero nunca tan completo como cuando uno es el creador. Entonces uno se compromete a agradarse a sí mismo. Por lo que se puede ver, muchas personas encuentran en las obras de otros una satisfacción tan grande que en ocasiones llegan a ufanarse de tener debilidad por alguna obra y la defienden a capa y espada contra las favoritas de otros, quienes, a su vez, ensalzan las suyas, peor que como si fueran de ellos. Ahí es donde se echa de ver lo indispensable que resulta el elemento de insatisfacción en todo gran artista. Bueno, yo inicialmente no me refería sólo a una insatisfacción por las obras de arte ajenas, sino a una insatisfacción en general, una insatisfacción por todo lo que el mundo puede ofrecer, digamos, dinero, mujeres, honores, paisajes y pajaritos. Y aquí va algo que se me ocurrió y viene muy a propósito del tema: que yo no puedo encontrar satisfacción en la lectura, por serme imposible leer de corrido y entender a la primera lo que el autor quería decir; siempre tengo que regresarme, y eso a mí me frustra, me hace ver la lectura como un ejercicio demasiado demandante, y yo soy un rebelde de la vida que exige placer permanente sin necesidad de esfuerzo. Todos los días protesto por las condiciones de vida que me fueron impuestas.
-Yo tenía una amiga por la que sentía cierta debilidad y un día me la topé por casualidad en una estación del metro, entonces tuve la sensación de que sería apropiado soltarle una sonrisa de película, que la situación lo ameritaba, vaya. Claro que ella no es el amor de mi vida; el amor de mi vida es una que si viera en la calle sí que sería una sorpresa, puesto que es tan bella que si anduviera por la calle sola, tomando metros, no duraría mucho haciendo la faena, porque presto un avispado raptor la pepenaba. Es aquí donde se me ocurre que cuando por fin me tope con el amor de mi vida, será como dijo Bretón que tenía que ser el amor: explosivo-mágico. ¡Menuda observación la del surrealista! Le apuntamos por lo pronto un diez. Y esto lo digo porque, como es natural, al amor de mi vida constantemente lo traigo metido en la cabeza, y desmiéntanme si estoy mal, pero uno nunca se encuentra con una persona justo cuando va pensando en ella, que no que no; puede que un instante antes de topar a la persona haya una señal inquietante que nos prepare para el encuentro, pero nada que pase de un par de segundos; de hecho uno no alcanza a descifrar la señal cuando ya tiene la cosa frente a sí, o la señal es de esas que se convierten en señal hasta que aparece lo que señalaban, por lo que podría decirse que es una señal inútil, aunque evidentemente es una señal. Entonces digo, que para que yo pueda topar al amor de mi vida es primero absolutamente necesario que yo deje de pensar un rato en él, cosa que sucede muy poco a menudo. Como ya lo había apuntado antes, ella es tan bella que no puede ser vista por la chusma, porque entonces estaría bien justificada una violación cuando el indiciado arguyera que su instinto lo obligó a cometer la fechoría, e incluso podría multarse a la agraviada por andar tentando a los jornaleros. Ahora, yo no soy uno de esos que anda en lugares lujosos como ella, así que esto hace aún más improbable un encuentro, pero como el amor es mágico-explosivo, tendré que asumir yo que si me la llegara a encontrar estaría en presencia del amor de mi vida. Cuando imagino ese encuentro siempre sospecho que desde 2 horas antes, cuando menos, estaré envuelto por una atmósfera extraordinaria, que me vaya llevando, sin que mi voluntad pueda resistirse y sin que sospeche adónde me dirijo, hasta donde ella se encuentre en igualdad de circunstancias. Entonces los dos tendremos esa sensación de haber sido puestos ahí expresamente, para que de ahí en delante anduviéramos juntos agarrados de la mano galopando alegremente por la pradera.
-A ver si mi sospecha es correcta: la mayoría de sus recuerdos son de cosas que los avergüenzan o los aterran. Esto lo digo porque en mi caso sí es así. Mis recuerdos son tan vergonzosos que no puedo comunicarlos. Algunos puedo comunicarlos porque sólo son aterradores, como la vez que me desperté y mis canarios agonizaban en el comal, mientras mamá trataba de reanimarlos. No estoy aquí para contarles las cosas que constantemente recuerdo, pero puedo decirles que casi el cien por ciento son traumantes. Nomás lo menciono porque me gustaría saber qué puede decir la gente a esto y, si fuera posible, sacudir unos cuantos cerebros.

jueves, 18 de febrero de 2010

La existencia

Estar conciente de la existencia, vivir el momento al máximo, hace que constantemente te equivoques en las cuestiones prácticas de la vida y te hace parecer un idiota. No te dejes vencer, sigue viviendo el momento, en la cárcel, en la calle, con hambre, vive el momento siempre, disfruta la existencia, sea como sea. El mundo actual te exige que seas un inconsciente de la existencia, te exige que estés preocupado constantemente en los pendientes del trabajo y otras cosas. No puedes estar maravillado del instante que vives al mismo tiempo que escuchas las órdenes del patrón. Es una cosa o es otra y cada quien decide cuál toma. Ambas tienen sus pros y sus contras: escuchar las órdenes del patrón prolongará nuestras vidas, porque si obedecemos tendremos una paga que nos facilitará lo necesario para poder relajarnos aunque sea un rato y pensar en el misterio de la vida; no escucharlas y observar la indumentaria del patrón y luego imaginarlo desnudo y advertir lo fatuo que resulta el patrón con toda su afectación, convencido de que es superior sólo porque sabe algunas cosas técnicas y tiene mejor ropa que la tuya, será divertido, pero lo más probable es que esa actitud haga que tu patrón te despida y no puedas cubrir las necesidades básicas. Seguramente cuando estés en la calle sin haber comido, tendrás el cerebro lo suficientemente ofuscado como para no poder gozar la existencia. Estar conciente de las cosas te lleva al hastío, a la inconformidad, al suicidio. El misterio de la vida, las cuestiones que levanta, son tan fascinantes que parece razonable que haya personas que no quieran dejar de pensar en ellas. La gente anda por la vida haciendo cosas sin saber qué es la vida. Debería de existir una fundación que mantuviera a los embelesados de la existencia, porque puede que de ahí salga alguien que por fin diga algo razonable como: hay que acabar con la humanidad. La gente estúpida replicará ante esto: si tanto odias la vida, suicídate solo tú. Pero hay que ver que el embelesado de la existencia tiene una filantropía muy acentuada, que no le permite irse de este mundo sin antes cerciorarse de que no se volverá a cometer la injusticia de seguir trayendo seres a este mundo sin su consentimiento. El embelesado de la vida va más allá, nadie le va a venir a instruir a él en cuestiones existencialistas: él sabe muy bien que va inherente a la existencia el instinto de conservación, el cual impide a todo trance el suicidio.

lunes, 15 de febrero de 2010

El 2012

Y todas las canciones que yo toco, y todas las canciones que yo canto, y todas las locuras que yo hago, son lo mejor que hay en el mundo. Deberías de venir a elogiarme, deberías de saber que tu estrategia para ser mejor que los demás fue confeccionada por el destino, y que la música que yo hago también, y que somos hojas que se mueven con el viento, y que la sabiduría es para el débil, y que no hay manera de ganarle al destino la partida. Y la gente te dirá que eres tonto, y tú le dirás a ellos que también lo son, pero nadie es nada y tú lo sabes. Es curioso lo que pasa en tu interior, es curioso lo que pasa también afuera. Nunca podrás tener certeza ni de las cosas que más parecen obvias, ni de que hay algo dentro de los otros, ni de que existen los fantasmas, ni de que en tu vida hay un final de cuento, ni de que el demonio quiere destruirte por ser el elegido, ni de que en el 2012 se acaba o no el mundo y que tú los salvarás a todos con un simple escrito. Pero el momento es mágico y la intuición te grita que obedezcas las señales que tal vez tú mismo construyes con asociaciones caprichosas, y sabes que es imposible no dudar ante el misterio de la vida, porque puede ser que las señales sean una creación de tu anhelo, y no quieres ser ingenuo, pero el mundo no te ofrece cosa alguna que te pueda liberar, y no te queda de otra que inventar esa cosa, engañarte. Sueñas con una muerte en el campo mientras Dios da una tormenta: te disgregas de tus fieles seguidores, con quienes tocabas la guitarra alrededor de una fogata festejando la victoria; corres hacia el río y ahí te alcanza un rayo que te llevará al paraíso. Pero la realidad te destruye la esperanza, aunque probablemente es parte del cuento que tú pierdas la esperanza antes de llegar al paraíso, para que el éxtasis sea más intenso en el 2013. A fin de cuentas no es descabellado creer que todos actúan para ti, que la vida es una película que tu conciencia hizo en su refugio, para luego tomar la forma del personaje principal, quien desde luego al final hace todo lo que jamás pensó podría hacer. Y si no fuera esto la vida, no tendría por qué haber problema, puesto que sólo sería una forma más de vivir, una estrategia más entre todas las que cada quien hace para pasar un rato placentero mientras llega lo inevitable, una ilusión frustrada más para la colección de absurdidades que mantienen vivos a los hombres. Al menos yo aspiro a la felicidad. La gente aspira a cosas decepcionantes: autos, mujeres, casas, fama. Hay que empezar a buscar la felicidad eterna, las obras divinas, lo que tal vez no exista. Nada se pierde arriesgando la vida por lo que parece imposible.

sábado, 13 de febrero de 2010

La sabiduría

Los escritores tienen la ventaja de que aun estando desprovistos del don para escribir, pueden ser excelentes con que sean sinceros. La hostilidad del mundo y mi falta de condiciones para competir con los demás, me obligaron a buscar refugio en los libros. Todo fue un mero accidente. De haberme sentido cómodo entre los demás, nunca hubiera elegido la carrera de escritor. De no haber estado bizco y ser, por lo mismo, desafortunado con las mujeres, no habría tenido ninguna necesidad de buscar consuelo en la filosofía. Pero debo admitir que las circunstancias fueron benévolas conmigo y me llevaron a un lugar que me vino como anillo al dedo, porque no hay cosa más útil en la vida que la sabiduría. La sabiduría es la que ayuda a la gente a ver todas las cosas a través del lente de la muerte, para que así no se ande enojando ni preocupando por cualquier cosa y disfrute cuando pueda y deje que todo pase y no se arrepienta de nada, porque uno mismo es una insignificancia que ora tiene vida ora no. La sabiduría enseña eso y más. La sabiduría enseña que no importa que toda tu vida estés en un error, porque de todas formas te vas a morir. La sabiduría también enseña que de pronto te verás en lugares en los que no quisieras estar, debido a la misma sabiduría, y que tienes que aceptar lo que te tocó, porque no tienes de otra. Si la situación en que te has metido no es lo suficientemente terrible que te prive de una broma, hazla. La sabiduría te enseña que entre ser sabio y ser necio no hay ninguna diferencia.

miércoles, 10 de febrero de 2010

Manifiesto esotérico de la revolución de la conciencia

Es posible caminar largos tramos sobre la cuerda floja, mientras uno sea buen equilibrista.
Tomar aquello como una analogía de mi situación.
La revolución me mantendrá en movimiento y le dará sentido a mi vida y me alejará de pensar sólo en la muerte. Sí, la revolución la hago para mi beneficio, pero, casualmente, creo que mi beneficio es el de todos: nunca pude hacerla de villano. Después de todo, uno nunca deja de ser egoísta ni de tratar de vivir el mayor tiempo posible.
Yo soy la humanidad, el lector es la humanidad, todos somos la humanidad, y juntos tomaremos conciencia de que en el fondo, de que en el plano metafísico, somos lo mismo y debemos amarnos incondicionalmente. El hecho de estar perdidos en el tiempo y el espacio, sin saber nada, sin haber elegido nada, nos hace evidente que en algún momento del espacio-tiempo infinito, las circunstancias nos convertirán en todos los demás que vemos a diario y a quienes casi siempre odiamos porque no hacen lo que nosotros queremos. Es una cuestión matemática. La revolución es una cuestión de matemáticas básicas. El espacio y el tiempo son infinitos, luego todos somos todo al mismo tiempo, aunque aparentemente en diferentes tiempos, porque el tiempo no existe y sí existe al mismo tiempo. Todo esto puede ser medianamente demostrado con el siguiente hecho: que a pesar de que cambias, sigues teniendo conciencia de que eres lo que eres; cambia tu cerebro y tu cuerpo, pero sabes que sigues siendo el mismo. Entonces puede que la conciencia sí sea algo que se puede amoldar a diferentes cuerpos.
Así que, bajo esta premisa, tenemos que amarnos, aunque sólo sea por distracción mientras estamos con vida. La verdad de las cosas no es susceptible a comprobación, así que tendremos que hacer el sacrificio nosotros, creer realmente que somos los demás, porque aparte no es algo descabellado, y disfrutar de las decisiones de esta vida en las que vienen. Lo único que debemos hacer es: no hacer lo que no nos gustaría que nos hicieran; y si vemos a alguien que no respete esto, matarlo.
Ahora el problema, el pequeño problema, será hacerle entender esto a los dominadores del mundo. Ellos son de los que creen que ellos son los únicos que existen y todos los demás no somos otra cosa que piezas insensibles que hay que derribar o utilizar, como si se tratara de un juego de video de estrategia. Ellos creen que la vida es un test de astucia, para ver quién es el que puede dominar más. Creen que se metieron a un juego de realidad virtual y que tienen que hacer muchos puntos construyendo un imperio. Y es muy válida esa creencia, pero nosotros sabemos que no es así, que nosotros sí sentimos y que queremos tener vidas tranquilas. Por eso digo yo que la creencia de que todos somos lo mismo, al mismo tiempo, aunque aparentemente en diferentes tiempos, es una creencia que va más acorde con las necesidades del mundo.
Imposible de imaginar resulta la escena en que cantamos juntos all you need is love con Bush y compañía. Pero podemos disculparlo, porque estamos concientes de que cada quien es lo que le tocó ser, conforme a las circunstancias iniciales que llevan una ruta definida por las leyes universales, que son infalibles en todo momento.
Tal vez un día logremos esa utopía de que les hablo, pero no será por mí ni por nadie, será porque el destino quiso que al fin todos entendiéramos la intrincada verdad.

Lema: Yo soy el líder. Pero no quiero poder, sólo vivir.

Miguel Angel, el che.

sábado, 6 de febrero de 2010

Mi hijo

Un vez solamente le dije a mi hijo mientras jugaba en la mitad de la calle como a él le gustaba: “ten cuidado con los chingados autos, son cabrones”. Él me respondió: “no te preocupes, no me atropellará nadie”. Pasaron tres meses de esa conversación, tres meses en los que mi hijo todos los días hacía lo que le venía en gana, y estábamos en el hospital. Pasé a verlo y le dije: “yo confié en ti, hijo, pensé que sabrías eludir los autos. Dime ¿qué pasó?”. Me contó que estaba corriendo con la libertad con la que vuela un pájaro, cuando de pronto sintió que una bestia de acero le pasaba por encima. Yo le dije que tendría que acostumbrarse, que así era la vida. Entonces él me dijo que no quería vivir así. Y yo le dije a eso: “estoy totalmente de acuerdo contigo”. Pagué la cuenta del hospital y regresamos a casa. Cuando estuvo totalmente recuperado y apto para seguir en sus cosas, volvió a las andadas, no sin antes pedirme, apenado, permiso para salir. Yo le dije: “anda ve y juega como creas conveniente”. Y nunca volvió a tener percance alguno. Ahora mi hijo se gana la vida haciendo el trabajo más divertido y honrado de todos: escribe cosas entretenidas. Es mi hijo una suerte de Tom Sawyer urbano. Tiene una frase que me llama la atención en particular, y es: “hay personas que se preocupan por parecer despreocupadas. Lamentablemente es muy difícil obtener satisfacción en la mera despreocupación”.

martes, 2 de febrero de 2010

Reflexión sombría

En las calles hay llovizna y la tierra se humedece. La gente se dirige a donde el deber les llama. Todos van buscando el triunfo, la gloria, la vida. Los escritores cuentan historias de lo mismo, una y otra vez de lo mismo. Algunos escritores han optado por la incoherencia, hartos del escaso menú de temas para tratar. Suenan voces que urden planes de éxito, que buscan dinero para seguir viviendo, buscan medios para sentir mejor la vida; a veces la consecución de los medios ocupa la vida misma. La gente, que vive en un misterio insondable e infinito, se obstina, generación tras generación, en un espacio reducido, temas reducidos, objetivos reducidos, nada trascendente, nada espiritual, nada para después de la muerte, todo material, todo efímero, como todo lo material. Ya vimos a muchos perder la cordura intentando hallar el orden. La gente se mueve por el mundo, renuentes a la idea del destino: creen que pueden hacer más de lo que las circunstancias les permitan. El drama de la vida está en que uno se ve de pronto obligado a luchar por algo que nunca pidió. De ahí que muchos pensemos que la vida es una mierda. Las teorías del mundo son todas subjetivas, son todas aplicables a quien las hace y nadie puede hablar en nombre de nadie más. No sé si los demás se engañen pretendiendo que la vida es diversión en medio de penas y obligaciones y necesidades; a la mayoría de las personas que les comparto mi opinión de que el mundo es una mierda, me dicen que estoy equivocado, que es muy lindo. Entonces comienzo a creer que yo soy el que vino defectuoso. Por eso me limito a decir que para mí el mundo es una tragedia, es algo impuesto que tenemos que soportar, y no digo que no haya momentos de euforia y placer, pero la verdad es que el cuerpo se está pudriendo, y estoy seguro de que la agonía no ha de ser muy divertida. No me convence la idea de tener que trabajar para morir de todos modos al final, para prolongar un poco más esta vida insulsa y decepcionante. Yo no le veo caso, pero no quisiera meterme con los demás; esta es muy mi opinión. Y claro que me regocijo haciendo estos escritos, pero sólo un momentito; rápidamente vuelvo al hastío, a la insatisfacción, a la sensación de ser un lelo bueno para nada. Ni siquiera los libros son una salida con toda su fantasía. El libro es una cosa que está ahí, pasiva totalmente, esperando a que la agarremos y la hagamos vivir en nuestro cerebro; pero en realidad es una cosa que exige más de lo que ofrece. El libro, con todas las fantasías que encierra, no podrá salvarte de la pudrición, ni de la demencia, ni de la desesperación de estar acorralado entre el instinto de conservación y lo absurdo, decepcionante, asqueroso y demandante de la vida. Por otro lado está la gente que, determinada a llevar una vida menos penosa, se vale de todas las tretas posibles para lograrlo, como la de abrirse camino decapitando a unos cuantos; incluso los mejores en este arte tienen que morir. Últimamente se me ha puesto en la cabeza la idea de que quiero seguir viviendo, nada más para seguir hablando de la muerte. Lo que me molesta más de la vida es que uno no puede excederse en nada; ni siquiera podemos hacer lo que más nos gusta todo el día, porque el cuerpo se fastidia y se queja o deja de funcionar en el momento menos oportuno. Lo que tenemos que hacer es buscar variantes, para que el cuerpo esté más o menos contento. Hay que estarlo cuidando. Hay gente que dice que yo me la paso quejándome sin razón, y no los juzgo; creo que, al igual que yo, dicen lo que la circunstancia les dicta.