sábado, 15 de mayo de 2010
Uno más
No estoy contento con mi cuerpo. No es el que yo hubiera elegido. Yo habría elegido el más ominoso de los rostros, el cuerpo más seco del mundo, la mirada más intimidante. Tal vez lo elegí cuando tenía otros gustos, pero he cambiado de parecer. He pensado: para qué esclavizarme, para qué escribir, para qué luchar, si lo único es lo que está detrás de todo esto, es lo que quiero descubrir, y las palabras no ayudan en lo absoluto. Definitivamente no sé qué pretendo haciendo esto. Lo hago por instinto seguramente, pero no soy capaz de saber en qué consiste ese instinto. Porque estoy totalmente convencido de que con palabras no solucionaré nada, es decir, a quién quiero impresionar, cómo podré impresionarlos, no es fácil, hay que dar en el clavo, hay que sacudirles la cabeza y decirles precisamente aquello con lo que pretendían destruirte, hay que ser adivino con esos hijos de puta, me refiero a los lectores. Atraer su atención, traerlos hasta aquí y pintarles un dedo en la cara, ganar, ganar, en pocas palabras. Uno intenta dejarlos fuera de combate, mudos, y después caminar afectadamente, haciendo alguna pirueta en señal de festejo; dejarlos ahí, boquiabiertos, eso es lo único, pero hay que decirlo para lograrlo, para que surta efecto el hechizo, y por lo pronto arreglárselas para cubrir las necesidades, antes de que alguien llegue y diga: sabes qué, ya estás lo suficientemente arruinado de la cabeza como para no trabajar, toma, aquí está tu recompensa por haber combatido con las palabras. En todo caso, tengo que resignarme y seguir con lo que se me dio, con lo que soy, y luchar, siendo que ni siquiera me dieron a elegir lo que soy. Eso es acariciar el suicidio, pero mi instinto no me dejará, mi instinto quiere que yo siga diciendo cosas impresionantes. Pero cuando estoy solo y me tiro a dormir, no puedo más que pensar en lo realmente importante, trato de averiguar lo que puede ser realmente importante, hago mis conjeturas, me meto por una puerta, salgo por otra, estoy suspendido, no encuentro base, apuesto por quimeras, me convenzo de que vale la pena buscar algo más, porque el mundo es una mierda, no tiene nada que ofrecer, busco la salvación, aún con las mismas palabras, sin palabras, ahora con imágenes, nada, no logro nada. Entonces me resigno a seguir con la vida, con esas cosas insuficientes que tiene la vida para mí, porque tal vez ustedes se diviertan, pero yo no, y si me divierto es sólo para volver a ser infeliz, doblemente infeliz. Entonces así está el negocio, así de cruel y arrastrado. Sí, así es. Entonces un día te sientes muy mal y quedas inconsciente, ya no hay circulación de sangre, se acaba el asunto, y de seguro fue una vida más en la que no fuiste capaz de descubrir lo verdaderamente importante, lo que hay detrás, y ya no puedes hacer nada. Después quién sabe. Por lo pronto hay que obedecer, hay que someterse a los límites, las reglas, todo eso, tratar de pasarla bien, tratar de ganar un lugar en el paraíso, si es que existe, o vivir desenfrenadamente y morir, o llevar una vida saludable y morir, vivir y morir. Por lo pronto estamos aquí, con lo que se nos impuso, en mi caso unas ganas inmensas de ser el mejor escritor, para que al pasar de los años todo se pudra y otra vez lo mismo, el tema de siempre, la muerte, la podredumbre, yo contra los lectores, mis putos traumas, y usted qué chingados hace leyéndome. Sé que lo entretengo. Hay que tener cuidado y no sonar como algún otro, no sea que luego nos tachen de imitadores. Es un verdadero fastidio. Escribo como si tuviera 80 años. Eso no es muy agradable de pensar. Bueno, está bien, estoy escribiendo como Bukowski, porque lo estoy leyendo, pero lo hago mejor que él. Y sin embargo no me satisface. Ese es el secreto: nunca estar satisfecho, intentar ser perfecto, aunque la salud esté de por medio. Qué importa la salud. Esto nomás es un rato y luego nos vamos. Da igual invertirlo en lo que sea, al final no es nada. Viéndolo desde ese punto de vista, soy más valiente que ninguno. Supongo que estoy empezando por el final. Esto debería de escribirlo al final, tal vez ya estoy en el final. Porque generalmente este estilo de escribir es para los que ya están consagrados, que ya sacaron sus novelitas, sus historias, y es momento de empezar a decir las cosas, tal cual, sin arreglos, aunque cada quien con sus gustos. Algunos prefieren las historias y otros las reflexiones. No me meto con eso. Sólo trataba de hacer una teoría. Fallé.
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