jueves, 1 de julio de 2010
A lo hecho pecho
Me despertó la imagen de un himen desgarrado. Seguro fueron las migas con huevo que me almorcé antes de intentar volver a dormir. No se pudo. Después ensayo algunas líneas en la pantalla, para ver si puedo emocionar al lector. A veces utilizo palabras de las que no conozco el significado real, o creo que significan una cosa y no es así, pero al final algo significan, así que no me importa. Bueno, sí me importa, me hace sentir estúpido darme cuenta que quise decir una cosa y dije otra, pero realmente no debería importarme, ni eso ni nada, pero qué se le hace. Hoy seguramente volveré a estar aquí sin hacer nada, esperando que se me ocurra algo que escribir, mientras mamá hace el aseo y la comida y otras cosas y mis hermanos y padre están en la calle consiguiendo dinero para continuar en esto. Claro que nadie ve con buenos ojos mi estilo de vida. Imagínense, aquí, en mi cuarto, todo el día frente a la computadora, escuchando músicas que me reconfortan un poco, y tratando de encontrar las palabras indicadas para que los demás digan: ¡ah, te pasaste! Pero las palabras ya no impresionan a nadie. Siempre son las mismas. Me gustaría utilizar palabras más rebuscadas, pero tampoco funcionaría, porque nadie se molestaría en buscar las palabras en el diccionario, a como está la juventud de ahora. Aparte suele decirse que la cosa buena está en la sencillez, y cuando en un texto aparecen muchas palabras desconocidas empezamos a dudar de la honradez del escritor. Son demoníacos los escritores que utilizan demasiadas palabras difíciles. La otra vez me encontré con la palabra baldón, y dije: ¿qué chingados es eso? Agarré el diccionario y encontré que era algo parecido a insultar, entonces reflexioné: la palabra baldón debería ser abolida, por la sencillez, digo yo, pero no todos concuerdan con que la sencillez sea lo mejor. De hecho la sencillez me parece otro truco más para impresionar. La sencillez es una vanidad más. Aunque jamás podría estar seguro de lo que digo. Nunca he creído en lo que digo. Nunca he escrito algo que me satisfaga y me eleve al cielo. Últimamente he intentado ascender al cielo, no teniendo nada que hacer, creí que no sería mala idea intentar lo que parece imposible, ante la crudeza y crueldad de la vida, pensé que no se perdía nada tratando de salirme del molde ese que incita a las personas a conseguir dinero. Tal vez sea miedo a competir por la marmaja. Creo que tuve un retraso importante en mi experiencia sexual. Debí haber roto algún himen a los 16, ahora ya es muy tarde para hacer eso, ando frisando los 23. No creo que esto tenga que importarle a nadie. Tampoco las entrañas ardiendo en la mañana de un inútil como yo. La gente no sabe el daño que me hace preguntando qué hago para ganarme la vida. En realidad no me gusta demasiado la vida como para trabajar. Sólo sigo aquí por lástima a mi madre, porque sería muy fácil conseguir un montón de pastillas para dormir y morir así. Ayer pensé que me faltaba algo, un objeto mágico, un talismán, algo que me condujera por la senda de la salvación, que me protegiera. Esos objetos tienen que ser especiales, no es así como que vas a Liverpool y te compras un talismán. Tienes que hallarlos en ciertas condiciones misteriosas o mágicas, puedes comprarlos, pero sólo a un buhonero ambulante con turbante. Digo, es como en los libros, Aladino y así, aunque ahora ya salió la película y quién sabe. Aladino es una historia que sale en el libro de las mil y una noches, por si no lo sabían, y ese libro contiene una serie de relatos fantásticos y ancestrales de la cultura oriental. Yo me enteré apenas ayer y quería compartir ese conocimiento con ustedes, aunque al final todos nos vayamos a morir y no sirva de nada. Puede que usted viva 40 años más y que en ese lapso se le ofrezca hacer mención de las mil y una noches para impresionar a una dama virgen. Ahora que también puede que usted muera mañana y no se le ofrezca para nada el dato. Lo que sí es que aunque la vida pase lenta y sea dolorosa y penosa, al final se borra todo, y nunca me cansaré de decir eso, porque quizás sea mi único consuelo. Ahora estoy en la encrucijada de tapar las bocas de los que piensan que soy demasiado repetitivo. Es como si les digo que abro la ventana, veo la lluvia torrencial, me excito y me masturbo. Yo soy una persona que no entiende lo que es ni lo que siente. Creo tener alguna sospecha de las cosas que me volvieron tan complejo psicológicamente, pero nunca podré estar seguro. Hay varias cosas, pero yo no tengo por qué ventilarlas aquí, esto no es un confesionario, aparte todos tenemos secretos. He dicho tanta cosa en mis escritos que es difícil decir algo en esencia diferente. Por lo menos para mí, que soy muy estrecho de mente y suelo anquilosarme en cualquier zarandaja. Todo embona con las teorías de un hombre que ahora ya no tiene ojos que voltean a ver. Yo te encontré dilatada de la entrepierna, y eso es algo que no se puede reparar. Todavía tienes semen de otro escroto. Yo no puedo entrar ahí, yo no soy tan animal. Te dedico este baile y esta risa, aunque no estés aquí para verme, te los mando con la mente, para que veas que me la traes floja, y a lo hecho pecho. Yo creo que una risa de otro tema, hablando de parejas, siempre es el arma más deletérea, en presencia o en ausencia, pero más en ausencia.
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