jueves, 15 de julio de 2010

Los libros y otras cosas

Los libros son muy pacientes con la gente. Pueden pasarse años esperando en el mueble a ser tomados por alguien, pueden pasar generaciones sin que los lean, pero ahí están, esperando, y cuando por fin los toman, es como si los hubieran sacado al parque o al cine. La gente dice cosas todo el tiempo, la gente habla de la vida y cómo hay que hacer, y nunca nadie ha dicho la verdad, y si la ha dicho sería imposible comprobarlo. Es como hablar por hablar, es como estar perdidos en la oscuridad, es como no saber nada de nada, y sin embargo estar ahí; esa también puede ser una nueva definición de la vida, una más que se dirige al tacho de basura. Y para mí empieza a cerrase el espacio para tomar vuelo. Después las aves caen, entonces no debería preocuparme. Pero ahora observo a las aves y me da un poco de envidia. Pero no importa, es sólo una vida, puedo desperdiciarla, es como un cerillo que se apagó antes de tiempo o que se le cayó lo de arriba al hacer fricción con lo que trae la caja en el costado, haz de cuenta. Se intenta, creo, recordar más a menudo las ideas que nos hacen seguir vivos. He notado que es más sencillo cuando uno se sale con la suya, pero no puede durar para siempre. Hay un sistema ahí afuera que intenta ofrecer oportunidades de sobrevivir para todos. También están las calles con su tráfico, sus olores, las montañas llenas de árboles, contemplarlas, y darse cuenta que nada más quitar la vista de la imagen y despedida, no hay retorno. No hay razón para continuar en el sinsentido de la caja de gusanos que provisionalmente guarda recuerdos, yo hice esto, yo hice aquello, quiero escuchar tu historia por todo el universo, para la eternidad, quiero borrar la mía y robarte la tuya y ponérmela en la caja de gusanos que almacena provisionalmente recuerdos. Después pasaré a otras cajas, y quizás podamos entrar en las máquinas de cortinas negras que tienen cables adentro que se conectan en las venas de seres extraterrestres que somos nosotros. Y dejar de pensar en que la vida es una imposición desagradable, y dejar de creer que hemos perdido el blanco, cuando por fin descubrimos las leyes de la naturaleza, pero tampoco se nos escapaba la idea de que todo estaba determinado desde siempre, aunque la sensación seguía siendo asquerosa, respecto del cuerpo ese que tenemos enfrente del espejo, y ha sido el mismo aunque ha cambiado, la cosa única de que tenemos recuerdos, los cinco sentidos y el que está ahí nomás viendo, la memoria, lo de antes no se sabe, siempre has sido el que eres, y es lo que tienes, es lo que se te dio, quién lo dio, ni para qué ponerse a pensar, seguramente fue alguien que no tenía compasión, pero tampoco alguien malintencionado, sino que alguien sin sentimientos, ni conciencia, ni nada. Y puede que esto sea algo así como masoquismo, oye, afuera hay mucho que hacer, sí, no me digas, ya lo sé, son cosas de mortales, yo soy mortal, no digo que no, hago esto, escribir, es una cosa de mortales, lo sé, es mi estilo de vivir y luego morir, para qué ocultarlo, de hecho nos vamos a morir, puedes divertirte con tus saltos de paracaídas y con tus comidas exóticas y tu trabajo, yo estoy aquí destruyéndome, es decir, escribiendo mierda, dándole vueltas al asunto, a la mierda, pues.

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