sábado, 31 de julio de 2010
Carta suicida
Como ya se habrán dado cuenta, estoy muerto, mi cuerpo está colgando del cuello y tengo las cervicales dislocadas y quién sabe qué más. Debo aclarar, antes que nada, que el cuerpo que aquí se ve realmente es el mío y no el de un sosia, ni tampoco es un maniquí o un muñeco de cualquier otra índole, es mi cuerpo y estoy muerto, y lo digo para que no empiecen a especular como con la muerte de Elvis de si estará o no muerto, estoy bien muerto. Ahora, respecto al motivo de mi decisión, debo decir que no es justo que ustedes, mi familia, hayan esperado algo de una persona tan limitada y enclenque como yo. Tal vez para ustedes la vida sea algo divertido por lo que vale la pena luchar y trabajar, pero para mí es simplemente una mierda llena de dolor. Yo no me meto con ustedes, ustedes pueden seguir en lo suyo, disfrutando la vida, pero a mí no me jodan, yo no fui dotado con las cualidades de un ser humano normal, soy de esos que olvidan todo, que siempre tienen sueño y que cuando están haciendo algo que no quieren sienten que pronto se van a desvanecer. Creo que no es difícil comprender que yo no elegí el cuerpo que me tocó y por eso pido que por favor no me maldigan por toda la eternidad considerándome un cobarde. Yo les dije a ustedes, se los dije claramente, yo no nací para trabajar, yo puedo escribir, pero lo que más necesita mi cuerpo es estar dormido, soñando, alejado de la realidad. Ustedes me tomaron por un manipulador holgazán y seguían insistiendo en que mi vida estaba allá afuera, en las oficinas, y miren a lo que me han orillado. No crean que es muy bonito suicidarse, de hecho es una cosa terrible, porque uno se siente culpable de dejar un cuerpo que además de ser muy pesado y tender a la descomposición, es caro en el sentido de que, está bien, por mí me pueden tirar en cualquier lugar, pero ustedes van a querer darme santa sepultura y hacer toda una ceremonia con gaitas, para que quede claro que Miguel está muerto y no anda de parranda, para que nadie vaya andar preguntando después: “¿y miguel?” Y ustedes: “Ah, Miguel, debe andar en el algún río, o tal vez ya en el Océano, no sabemos exactamente”. El punto aquí es si está vivo o muerto el muchacho. Está muerto. La verdad es que me da mucha pena toda esta situación, porque yo realmente quería disfrutar la vida como la gente normal, pero no podía, y creo que es un derecho de todo ser humano el de suicidarse cuando ya no le guste la sazón de las cosas. Yo sólo estoy ejerciendo mi derecho y espero que eso no les cause mucha molestia. Yo he tenido que soportar la molestia de vivir, sólo porque me sentía responsable de darles alegrías a ustedes, de hacerlos sentir orgullosos de mis actos, pero pronto me di cuenta que no podía hacerlo y decidí mandarlos a todos a freír espárragos. Pensé que esto sería suficiente, pero ustedes comenzaron a hacerme la vida más miserable y a presionarme de una manera indignante para que yo dejara de chupar la miel que ustedes producían. No pude soportar eso y ahora estoy aquí, bien muerto, y créanme, bien feliz.
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