Un silencio me arroba. Ya no hay nada en que pensar. Estamos vivos y se siente ¿Qué más se puede decir?
La voluntad tiene un campo de acción despreciable. El ego se me llena con una frase. Se siente bien. Cada que salgo me pregunto si regresaré a la cama. Tengo miedo. No quiero morir en público. Me da pena. Es un triunfo volver a la cama y distenderme y esperar la muerte. Quisiera hacer lo que me dé la gana, pero hay demonios a mi alrededor que lo impiden. Escribo mayormente acerca de ellos. Son mi material de trabajo. Les daría una buena lección volviéndome famoso a sus costillas. Veo un peligro al levantarme de una silla, es la sombra de la muerte que se avecina. Acostarme en la cama, dormir y cambiar de vida, no sin la seguridad de que alguien más me leerá. Una dosis de soledad para el bizco que se incomoda con las miradas de los demás. De todas maneras hay que salir y ver gente. La gente es la que dice si eres o no feliz. Si ellos te aclaman, puedes estar al borde de la muerte con una sonrisa ¿Ves el acorralamiento sutil que es la vida? Por lo menos la mía. No me gusta primera fila. Ahora creo que todo lo que escupo debe interesarle a los demás. Me meto mucha cocaína por la nariz, agarro una minilibreta y una pluma, me pongo la minilibreta en la bolsa de la camisa y la pluma detrás de la oreja, por si se me ocurre algo placentero de escribir, y camino frescamente por la calle.
El vigor es el trofeo que espera en la cima de la montaña más alta. Vigor es el mayor logro que puede alcanzar una persona, sin embargo, es efímero y debe ser una lástima perderlo. A todos esos bravucones quiero verlos agonizar ¿Qué puedo hacer? soy débil e inadaptable, mi consuelo es la debacle de los triunfadores. Hay gentes que no paran de suicidarse hasta que les toca algo bueno. Me consuela saber que fui tan elevado que ni me vieron, pero sí molesta un poco trabajar como un corriente siendo un extraordinario. Los extraordinarios deberíamos ser rápidamente identificados y mimados. Pero tal vez la incomprensión me haga aún mejor. No voy a traicionarme, no puedo traicionarme, no sé cómo traicionarme para obtener dinero sin esforzarme, sólo sé que me lo agradecerán cuando me muera. La vida se me hace algo tan baladí que se la entrego a la humanidad sin esperar nada a cambio. Soy magníficamente altanero y misterioso. Me gusta cómo soy; me gusta ser un perdedor, pusilánime, enfermizo, escritor de fárragos; me gusta que me duela el cuello y la cabeza; me gusta que me den infartos en público; me gusta que mis padres me metan a trabajar en un lugar que no me gusta; me gusta ser un trapo que la gente usa; me gusta saber que nada importa; me gusta estar desesperado y saber que moriré; me gusta ver a la gente divertirse mientras yo sufro, aunque no estaría mal ser Blue Demon.
miércoles, 17 de marzo de 2010
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