lunes, 15 de febrero de 2010

El 2012

Y todas las canciones que yo toco, y todas las canciones que yo canto, y todas las locuras que yo hago, son lo mejor que hay en el mundo. Deberías de venir a elogiarme, deberías de saber que tu estrategia para ser mejor que los demás fue confeccionada por el destino, y que la música que yo hago también, y que somos hojas que se mueven con el viento, y que la sabiduría es para el débil, y que no hay manera de ganarle al destino la partida. Y la gente te dirá que eres tonto, y tú le dirás a ellos que también lo son, pero nadie es nada y tú lo sabes. Es curioso lo que pasa en tu interior, es curioso lo que pasa también afuera. Nunca podrás tener certeza ni de las cosas que más parecen obvias, ni de que hay algo dentro de los otros, ni de que existen los fantasmas, ni de que en tu vida hay un final de cuento, ni de que el demonio quiere destruirte por ser el elegido, ni de que en el 2012 se acaba o no el mundo y que tú los salvarás a todos con un simple escrito. Pero el momento es mágico y la intuición te grita que obedezcas las señales que tal vez tú mismo construyes con asociaciones caprichosas, y sabes que es imposible no dudar ante el misterio de la vida, porque puede ser que las señales sean una creación de tu anhelo, y no quieres ser ingenuo, pero el mundo no te ofrece cosa alguna que te pueda liberar, y no te queda de otra que inventar esa cosa, engañarte. Sueñas con una muerte en el campo mientras Dios da una tormenta: te disgregas de tus fieles seguidores, con quienes tocabas la guitarra alrededor de una fogata festejando la victoria; corres hacia el río y ahí te alcanza un rayo que te llevará al paraíso. Pero la realidad te destruye la esperanza, aunque probablemente es parte del cuento que tú pierdas la esperanza antes de llegar al paraíso, para que el éxtasis sea más intenso en el 2013. A fin de cuentas no es descabellado creer que todos actúan para ti, que la vida es una película que tu conciencia hizo en su refugio, para luego tomar la forma del personaje principal, quien desde luego al final hace todo lo que jamás pensó podría hacer. Y si no fuera esto la vida, no tendría por qué haber problema, puesto que sólo sería una forma más de vivir, una estrategia más entre todas las que cada quien hace para pasar un rato placentero mientras llega lo inevitable, una ilusión frustrada más para la colección de absurdidades que mantienen vivos a los hombres. Al menos yo aspiro a la felicidad. La gente aspira a cosas decepcionantes: autos, mujeres, casas, fama. Hay que empezar a buscar la felicidad eterna, las obras divinas, lo que tal vez no exista. Nada se pierde arriesgando la vida por lo que parece imposible.

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