miércoles, 22 de junio de 2011

el gran premio

Nunca me ha importado el orden de las palabras, pero eso no me va llevar a obtener dinero. No sé qué espera la gente de los libros. En promedio, los libros tienen una buena frase cada doscientas páginas. Son datos exactos. Entonces yo creo que uno puede darse el lujo de poner palabras, unas detrás de otras, hasta que se forme una buena frase. Las probabilidades juegan a favor del escritor. Pero la gente no lo ve así. No sé para qué quieren historias. Todos estamos perdidos en la confusión. Yo, en lo personal, ni siquiera soy capaz de seguir una historia. Tengo preocupaciones más importantes. Pero si quiero dinero tengo que ser racional. Mi mamá me dijo hoy que tengo pinta de irracional. Tiene razón. Lo último que quiero es meterme en líos. Escucho música porque fluye y no hay que examinarla. Leo lo más fácil. Bukowski. Y pierdo la mente. No hago esfuerzos. En cuanto se me presenta un problema lo esquivo. No vale la pena. La vida es sencilla. Siempre termina igual. Eso es lo que hay que saber. Pero quiero comer esta tarde, quiero dormir sin hambre, quiero salir a caminar tranquilo, tal vez divertirme, ir al cine y relajarme tal vez, sin necesidad de entender la película, regresar a casa y soñar, y trato de ganarme eso haciendo lo que mejor sé hacer, escribir lo primero que me venga a la cabeza. Ya perdí la esperanza con los editores, ahora estoy con la lotería, con los pronósticos deportivos. Yo estoy tranquilo, porque algún día ganaré un gran premio y podré devolver todo lo que me han dado mis pobre padres. Y si no lo gano, también estaré tranquilo, porque yo sé que sólo así puedo ganar dinero.

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