viernes, 20 de mayo de 2011

hola

El regreso no tiene honor, pero aquí estoy de nuevo. Debería agradecerle a alguien, pero hasta eso es un insulto. De todas formas, gracias. He visto gente que de verdad tiene talento, un vocabulario extenso, la retórica del barrio, vivencias para echar al cielo, pero yo tengo mi dolor. Es importante el dolor, en el pecho, ese dolor que quiere sacar las lágrimas pero uno no lo deja, pero no lo es todo. Me hago ilusiones de todo, de las apuestas, de las mujeres, de los cambios. He imaginado que voy a países lejanos, sin pasaporte, sin dinero, sin nombre, haciendo señas para comunicarme, pero luego no hago nada. Me resulta cómodo morirme lentamente en mi pereza. He visto a la gente por la mañana subir al camión. Están muertos igual que yo, pero al menos ellos se van a hacer algo, sacar dinero, salvar la dignidad, y los domingos tienen bien ganada la cerveza y la panocha. Malditas panochas. Mientras escribo papá se pone detrás de mí y lanza su suspiro de decepción una vez más. ¿Qué vas a hacer? Yo sólo espero la noche para no tener que ver a nadie y regodearme en mi dolor, y pensar en lo sensible, en lo raro que soy, en las cosas estúpidas que me afectan, como que mi novia haya gozado con otros hombres, haya abierto las piernas con indecencia y luego haya ido a por otro y otro, hasta llegar a mí y decir: no quiero que estés con nadie más. Y yo pienso que hay una gran diferencia entre una mujer de un solo hombre y una mujer de un solo hombre a la vez. Pero ella me mantiene, hay que recordarlo, y es dulce, y hace grandes sacrificios por mí. Pero mi imaginación es grande, tan grande que la puedo ver volteando los ojos, hace unos años, diciendo ese otro nombre, y que rico, y que rico. Yo no he tenido ninguna aventura y todo se me olvida y mujeres he tenido casi una, no entiendo lo que digo. Soy un villano porque espero y espero y espero a que todo se calme y pueda estar tranquilo entre la gente. A nadie se le disculpa nada. Todos somos iguales. Hay que joderse, en otras palabras. He leído algunos libros. Pero he perdido la afición. Ahora me alimento de esperanzas descabelladas. Encontrar dinero tirado, ganar la lotería. Ya no confío en mis facultades. Se lo dejo todo a la suerte. Escribo, es verdad, y claro que quiero venderlo, pero, por Dios, ni siquiera yo me la creo. He visto gente con talento, los he tenido enfrente, podrían escribir mil libros con sus historias, de seguro ya los están escribiendo. Yo qué tengo que decir. Que no tengo voluntad ni para mover un dedo, que me tiro en la cama todo el día a ver si me quedo en un sueño de amor, y a veces digo cosas que sólo yo puedo entender. Debe haber palabras para contar mi historia, porque de hecho hay una historia, y toda historia, por más pobre que sea, bien contada, es una buena historia. Ya nadie está de acuerdo conmigo. Y la verdad es que uno busca a la gente para que esté de acuerdo con uno. Yo ya agoté mi repertorio de personas que me dicen que tengo toda la razón, que no hay nada por que luchar, que la vida es una mierda, que está muy pesada la cosa de la responsabilidad y que el cuerpo falla. No, el cuerpo no falla, chico, no generalices, tú eres una excepción, el único que a los 23 ya no tolera ni el cigarro ni el trabajo ni nada. Es patético, la verdad. Pero no se me ocurre nada épico que narrar. Como animales, desde la pubertad, hay que tener un poco de calor, es importante, se los digo yo que no lo tuve, hay que tocar y reír y gozar y llegar bien preparado al momento en que se cierra el cielo y todo es trabajar y responsabilidad. Así, al menos podrás recordar y contar que estuviste con una italiana, con una noruega, con una danesa. La cosa se vuelve más fácil así. De todas formas joderse es inevitable. Y yo siempre he apoyado la propuesta de las inyecciones letales. Sería muy piadoso de parte de alguien poner un local donde se apliquen esas inyecciones gratis, porque de verdad que hace falta sentir un poco de apoyo, un poco de comprensión y aliento en esos casos donde nos cansamos de todo. Pero eso sí, Dios sabe por qué hace las cosas, incluso esto, incluso lo deprimente de las mañanas, el cáncer, el sida, las calamidades, en una palabra. No hay nada como un arcoíris, eso lo sostengo en cualquier terreno.

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