lunes, 23 de mayo de 2011

El pecado

Vamos a poner las cosas claras. No voy a olvidar una ofensa, una sola ofensa, y no voy a hacer nada por nadie que alguna vez me haya ofendido, esa es mi manera de vengarme, ya sea que la ofensa haya sido intencional o no. No voy a ser mejor porque tomo esa actitud ante la vida. No he tenido el valor para suicidarme o para abandonar a todos, pero todos los días me pasa eso por la cabeza. Pero tengo miedo de que salga alguien y me ponga en mi lugar, un hijo de puta diciendo la verdad de las cosas. Nunca he sido bueno para discutir, nunca he sido bueno para nada. Estoy lleno de rencor y por mi sangre circula veneno y mi consuelo es el final. Traiciona tus principios y únete a nosotros, olvida lo que prometiste y admite que estabas equivocado y que todos tenemos que sacrificarnos por la necesidad, entrar en la monotonía, para seguir en la monotonía y que la diversión tenga una fecha y una hora. Bueno, está bien, me he equivocado, todos son buenos, yo soy el malo, y tengo que aportar algo, para que esto sea parejo y ser parte de esta fiesta, el canto de la vida, la celebración que todos tenemos cuando nos levantamos y decimos: muy bien, otro día de intensas labores, gracias Dios, por dejarme trabajar para ti, gracias por esta esposa tan hermosa que me has dado, gracias por estas responsabilidades que me taladran la conciencia, qué haría yo sin todo esto, qué haría yo en un bosque lleno de árboles frutales y buena voluntad, qué haría yo sin los explotadores que me explotan. Estoy muy contento así, y a ti, gracias por burlarte de mí, gracias por elegirme para arruinarme. La juventud ya pasó, y si no la disfrutaste, allá tú, yo viví sólo, nunca hice la tarea, amor no me faltó, orgasmos tampoco, pero ahora ven, vamos, las responsabilidades nos esperan. Vete a la mierda, tú y el maldito destino, y yo, yo que la cagué, pero puedo cagarla más, claro, y a ver qué pasa. La pérdida de la virginidad es irreparable, y más cuando el que te la quitó se fue y no lo volviste a ver. Pero cómo gozamos juntos, aquella vez, la primera vez que me la metió, por Dios, fue un placer inmenso, no se compara con nada, ese calor, esa electricidad, y vaya que hacía calor, cómo hacía calor, en ese lugar, qué lugar era, ah no lo recuerdo, qué importa, ya pasó. Luego vino otro y otro y otro, y luego tú, el elegido, el que pagaba por haberlo hecho. ¿Y los otros? ¿Pagaron algo? No, no pagaron nada, sólo se fueron, con el triunfo, con la música del triunfo, con la sonrisa en la cara, la euforia, la gallardía, el orgullo. Yo le quité la virginidad a esa puta, yo, y luego se casó con ese idiota, porque tuvieron un hijo que no querían y se tuvieron que casar, y se jodió toda su vida, y mira yo, tan tranquilo aquí, con el trofeo, ese gemido, ese primer gemido, ese primer estremecimiento, y el dolor, el dolor, combinado con el placer, qué perversidad, qué placer, tan sólo recordarlo, me llena de placer.

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