martes, 31 de mayo de 2011

lo que sea

Tienes cara de sueño, de quererte sumergir en un sueño eterno, de no querer saber nada de todo esto. Estás cansado de no hacer nada, de no poder hacer nada por nadie, porque no sabes hacer nada y te faltan las fuerzas y todo te da igual y no le encuentras sentido a aprender a hacer algo y luego hacerlo y perfeccionarlo. Sólo andas por ahi flotando y engañando y tirando sablazos. Escribes para ver si ocurre un milagro, no quieres saber nada, sólo salvación. Y cada día que pasa es un triunfo, la noche la mejor parte del día, y la mañana una amenaza para tu paz. una competencia en la que te da miedo entrar o no puedes entrar y la culpa es del destino, porque eres una desafortunada circunstancia para ti. No hay manera de luchar contra eso, es como pretender salir vivo de la vida, como querer pasar sin sufrir por aquí. Ya estás atrapado, ya no hay desenlace agradable en las palabras. no es pesimismo, la esperanza sigue intecta en cosas indecorosas. Tienes una esperanza en las apuestas, otra en un harem, mujeres sirviéndote desinteresadamente sin consecuencias.

lunes, 23 de mayo de 2011

El pecado

Vamos a poner las cosas claras. No voy a olvidar una ofensa, una sola ofensa, y no voy a hacer nada por nadie que alguna vez me haya ofendido, esa es mi manera de vengarme, ya sea que la ofensa haya sido intencional o no. No voy a ser mejor porque tomo esa actitud ante la vida. No he tenido el valor para suicidarme o para abandonar a todos, pero todos los días me pasa eso por la cabeza. Pero tengo miedo de que salga alguien y me ponga en mi lugar, un hijo de puta diciendo la verdad de las cosas. Nunca he sido bueno para discutir, nunca he sido bueno para nada. Estoy lleno de rencor y por mi sangre circula veneno y mi consuelo es el final. Traiciona tus principios y únete a nosotros, olvida lo que prometiste y admite que estabas equivocado y que todos tenemos que sacrificarnos por la necesidad, entrar en la monotonía, para seguir en la monotonía y que la diversión tenga una fecha y una hora. Bueno, está bien, me he equivocado, todos son buenos, yo soy el malo, y tengo que aportar algo, para que esto sea parejo y ser parte de esta fiesta, el canto de la vida, la celebración que todos tenemos cuando nos levantamos y decimos: muy bien, otro día de intensas labores, gracias Dios, por dejarme trabajar para ti, gracias por esta esposa tan hermosa que me has dado, gracias por estas responsabilidades que me taladran la conciencia, qué haría yo sin todo esto, qué haría yo en un bosque lleno de árboles frutales y buena voluntad, qué haría yo sin los explotadores que me explotan. Estoy muy contento así, y a ti, gracias por burlarte de mí, gracias por elegirme para arruinarme. La juventud ya pasó, y si no la disfrutaste, allá tú, yo viví sólo, nunca hice la tarea, amor no me faltó, orgasmos tampoco, pero ahora ven, vamos, las responsabilidades nos esperan. Vete a la mierda, tú y el maldito destino, y yo, yo que la cagué, pero puedo cagarla más, claro, y a ver qué pasa. La pérdida de la virginidad es irreparable, y más cuando el que te la quitó se fue y no lo volviste a ver. Pero cómo gozamos juntos, aquella vez, la primera vez que me la metió, por Dios, fue un placer inmenso, no se compara con nada, ese calor, esa electricidad, y vaya que hacía calor, cómo hacía calor, en ese lugar, qué lugar era, ah no lo recuerdo, qué importa, ya pasó. Luego vino otro y otro y otro, y luego tú, el elegido, el que pagaba por haberlo hecho. ¿Y los otros? ¿Pagaron algo? No, no pagaron nada, sólo se fueron, con el triunfo, con la música del triunfo, con la sonrisa en la cara, la euforia, la gallardía, el orgullo. Yo le quité la virginidad a esa puta, yo, y luego se casó con ese idiota, porque tuvieron un hijo que no querían y se tuvieron que casar, y se jodió toda su vida, y mira yo, tan tranquilo aquí, con el trofeo, ese gemido, ese primer gemido, ese primer estremecimiento, y el dolor, el dolor, combinado con el placer, qué perversidad, qué placer, tan sólo recordarlo, me llena de placer.

el anciano

Tal vez un día de estos llueva, tal vez no. Algún día lloverá de todas formas. Lo importante es llegar a ese día, y cuanto más pase para ese día, más lo disfrutaremos. Nubes, truenos, los árboles bebiendo ebrios. A alguna lluvia habremos de faltar también. No me quiero morir un día antes de la lluvia, mejor un día después. El anciano del parque sólo tiene un diente y está solo y si pasas cerca de él te hablará, porque no tiene a nadie con quién hablar, y se quejará del gobierno y esperará una lluvia más, y te contará de sus naufragios, y repetirá una y otra vez la misma frase graciosa. En aquel destierro, dice entre risas, nombre, los días se me hacían meses, los meses años y los años siglos. Y no deja de ser una señal, una plática con el más allá disfrazado de hombre. Claro que creo en el diablo y odio que el diablo me quiera hacer creer que esos son puros mitos. Todo lo que ocurre aquí está tan lejos de nuestro dominio, incluso con nuestro cuerpo no sabemos qué está ocurriendo. Se puede estar gestando algo terrible en nuestras entrañas, y luchamos y luchamos hasta el final. No son más que preparativos para la agonía. Pero, si lo piensas, tal vez nunca fuiste responsable de tus actos. Tus entrañas, tu cerebro, golpeado o intacto, dañado, alterado, ofuscado, lo que sea, eso es lo que te lleva, a ti y a tu conciencia, y te atormenta, aunque mucho no puedes hacer, sólo doblegarte. Porque no ha habido nadie que se salve de la muerte y todos han luchado contra ella. Sólo la apartamos una, otra vez, otra vez, y se nos van acabando las fuerzas, y nos devora, y del tiempo que le tome depende la calidad del cuerpo en que estás metido. Pero es muy perseverante. Se ha comido a los dinosaurios, se ha comido a los rockstars y a los mejores boxeadores y empresarios. Otros no resisten mucho. Son los cuerpos, no nos pongamos personales, es el destino, no hay culpables. ¿No me crees? Trato de ser ameno, pero no puedo coincidir con nadie. Trato de apoyar tu postura, pero fallo, las palabras no me vienen a la boca, y sigues hablando, anciano. Y yo iba con mi vara apoyándome, apoyándome en ella como un bastón, en un parque en medio de la ciudad que me figuro es el bosque, algo más interesante, más romántico, no precisamente la realidad, que de todas formas me va a devorar.

domingo, 22 de mayo de 2011

lo trascendental

Si tuviera que haber algo trascendental, para nosotros sería el placer. El placer del amor, el placer de lo sublime, pero al fin de cuentas carne. No aspiramos a nada más. Lo que necesitamos es un organismo fuerte, como el de los cocodrilos, pero pensante, que pueda hacer bonitas melodías y luego disfrutarlas. Pero es el dolor lo que nos hace tan sutiles. Una piel dura puede estar en el fuego, pero no puede siquiera aullar como un perro, porque sin dolor no puede inspirarse. Aunque el perro es duro (aguanta más que cualquier boxeador en el bosque). Me pregunto por eso ¿en dónde goza más el organismo? ¿En el placer o en el dolor? Los dos son la misma cosa y existen gracias al dolor. El sufrimiento lleva a las personas a conclusiones placenteras. El desamparo y la muerte tienen un secreto placer. Todo eso está en la carne. No puede haber un alma flotante que sienta placer, o tal vez sí. Es decir, algo incorpóreo que goce o que sufra. El alma no puede existir si no siente, ya que hasta los pensamientos se sienten.
La vida, igual que con las mujeres, sólo puede amarse en secreto, y uno siempre termina peleado con ella. Pero no se puede amar a una mujer al mismo tiempo que a la vida. De hecho, de lo que más se puede sentir celosa una mujer es de la vida, del amor que su hombre siente por la vida. Hay que estar aquí y allá sin que ninguna de las dos sospeche de la otra, ese es el balance, ese es el secreto.

viernes, 20 de mayo de 2011

hola

El regreso no tiene honor, pero aquí estoy de nuevo. Debería agradecerle a alguien, pero hasta eso es un insulto. De todas formas, gracias. He visto gente que de verdad tiene talento, un vocabulario extenso, la retórica del barrio, vivencias para echar al cielo, pero yo tengo mi dolor. Es importante el dolor, en el pecho, ese dolor que quiere sacar las lágrimas pero uno no lo deja, pero no lo es todo. Me hago ilusiones de todo, de las apuestas, de las mujeres, de los cambios. He imaginado que voy a países lejanos, sin pasaporte, sin dinero, sin nombre, haciendo señas para comunicarme, pero luego no hago nada. Me resulta cómodo morirme lentamente en mi pereza. He visto a la gente por la mañana subir al camión. Están muertos igual que yo, pero al menos ellos se van a hacer algo, sacar dinero, salvar la dignidad, y los domingos tienen bien ganada la cerveza y la panocha. Malditas panochas. Mientras escribo papá se pone detrás de mí y lanza su suspiro de decepción una vez más. ¿Qué vas a hacer? Yo sólo espero la noche para no tener que ver a nadie y regodearme en mi dolor, y pensar en lo sensible, en lo raro que soy, en las cosas estúpidas que me afectan, como que mi novia haya gozado con otros hombres, haya abierto las piernas con indecencia y luego haya ido a por otro y otro, hasta llegar a mí y decir: no quiero que estés con nadie más. Y yo pienso que hay una gran diferencia entre una mujer de un solo hombre y una mujer de un solo hombre a la vez. Pero ella me mantiene, hay que recordarlo, y es dulce, y hace grandes sacrificios por mí. Pero mi imaginación es grande, tan grande que la puedo ver volteando los ojos, hace unos años, diciendo ese otro nombre, y que rico, y que rico. Yo no he tenido ninguna aventura y todo se me olvida y mujeres he tenido casi una, no entiendo lo que digo. Soy un villano porque espero y espero y espero a que todo se calme y pueda estar tranquilo entre la gente. A nadie se le disculpa nada. Todos somos iguales. Hay que joderse, en otras palabras. He leído algunos libros. Pero he perdido la afición. Ahora me alimento de esperanzas descabelladas. Encontrar dinero tirado, ganar la lotería. Ya no confío en mis facultades. Se lo dejo todo a la suerte. Escribo, es verdad, y claro que quiero venderlo, pero, por Dios, ni siquiera yo me la creo. He visto gente con talento, los he tenido enfrente, podrían escribir mil libros con sus historias, de seguro ya los están escribiendo. Yo qué tengo que decir. Que no tengo voluntad ni para mover un dedo, que me tiro en la cama todo el día a ver si me quedo en un sueño de amor, y a veces digo cosas que sólo yo puedo entender. Debe haber palabras para contar mi historia, porque de hecho hay una historia, y toda historia, por más pobre que sea, bien contada, es una buena historia. Ya nadie está de acuerdo conmigo. Y la verdad es que uno busca a la gente para que esté de acuerdo con uno. Yo ya agoté mi repertorio de personas que me dicen que tengo toda la razón, que no hay nada por que luchar, que la vida es una mierda, que está muy pesada la cosa de la responsabilidad y que el cuerpo falla. No, el cuerpo no falla, chico, no generalices, tú eres una excepción, el único que a los 23 ya no tolera ni el cigarro ni el trabajo ni nada. Es patético, la verdad. Pero no se me ocurre nada épico que narrar. Como animales, desde la pubertad, hay que tener un poco de calor, es importante, se los digo yo que no lo tuve, hay que tocar y reír y gozar y llegar bien preparado al momento en que se cierra el cielo y todo es trabajar y responsabilidad. Así, al menos podrás recordar y contar que estuviste con una italiana, con una noruega, con una danesa. La cosa se vuelve más fácil así. De todas formas joderse es inevitable. Y yo siempre he apoyado la propuesta de las inyecciones letales. Sería muy piadoso de parte de alguien poner un local donde se apliquen esas inyecciones gratis, porque de verdad que hace falta sentir un poco de apoyo, un poco de comprensión y aliento en esos casos donde nos cansamos de todo. Pero eso sí, Dios sabe por qué hace las cosas, incluso esto, incluso lo deprimente de las mañanas, el cáncer, el sida, las calamidades, en una palabra. No hay nada como un arcoíris, eso lo sostengo en cualquier terreno.