Entre la noche me levantè creyendo estar muerto;
una penumbra y un vertigo infernal me envolviò;
el infierno tantas veces invocado se manifestò,
y me avergoncè de haber alardeado que preferìa eso.
Las voces de los que he lastimado susurraban quejas
y en ocasiones me regodeaba de mi gran perversidad,
entonces pensè: "esto debe ser el juicio final",
y vi un combate entre fuerzas espirituales opuestas.
Mi corazòn se calmò y los escalofrìos celestiales.
Estuve alucinando, desorientado y aterrado,
buscando un asidero antes de terminar aplastado,
pidiendo por favor que la vida nunca se acabe.
lunes, 27 de diciembre de 2010
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